Las maestras

Che mbo’eharépe
Tamoapesã che ñe´ê mayma yvoty rekovia
Ha ipype toroañuã ko che py´a renyhê
Hetámi nde che mbo´e che mitã´ípe yma
Ha heta mba´e porã aikuaa nderehae.

Las maestras

Durante la época colonial, “el primer centro educativo dedicado exclusivamente a mujeres fue la Casa de Recogidas y Huérfanas, abierta en 1604 por el gobernador Hernandarias y el obispo Martín Ignacio de Loyola. Una de las más destacadas benefactoras de la casa fue doña Jerónima Contreras, esposa del gobernador, quien logró poner al frente de la institución a la madre Francisca Jesusa Pérez Bocanegra, mujer virtuosa que dedicó muchos años de su
vida a enseñar a las jóvenes la doctrina cristiana y las habilidades domésticas de las mujeres españolas (Durán, pp. 83, 2010).
Cuando analizamos este hecho, vemos que las mujeres eran educadas para ejercer mejor sus roles en el ámbito doméstico, ya que, como explica Durán, las mujeres recluidas en ese hogar no aprendían a leer, a contar o escribir, como sí lo hacían los niños y los jóvenes.
Ya en el año 1843, las primeras referentes mujeres son Dorotea Duprat, que instaló el Colegio de Niñas y Luisa Balet, fundadora del Colegio Francés de Señoritas.
Durante la época de Don Carlos Antonio López, muchos jóvenes sobresalientes fueron becados a Europa, pero ningún documento o análisis realiza alguna referencia de mujeres becadas.
Dos mujeres que aportaron a la lucha y debate sobre los derechos de las mujeres fueron Serafina Dávalos y Virginia Corvalán. Serafina Dávalos, que en el año 1907 se convirtió en la primera mujer que se recibió en la Universidad de Asunción, con su tesis "Humanismo". Y Virginia Corvalán, que desde su tesis Feminismo exigió derechos políticos para las mujeres paraguayas.

Las hermanas Adela y Celsa Speratti fueron las responsables de la Primera Escuela Normal de Maestros en el Paraguay. María Felicidad González fue directora de la Escuela Nacional de Profesores.
Las mujeres, como mbo’ehára o maestras, están presentes a lo largo de todo el proceso de instalación y construcción de instituciones educativas en el Paraguay.
Para las mujeres, hay roles tradicionales que les son atribuidos históricamente: el cuidado de personas enfermas, la educación de niñas y niños, las tareas reproductivas (tareas domésticas, cuidado de niños y niñas). El ser maestra es una extensión del rol tradicional que se le asigna a la mujer en el ámbito privado (la casa), donde se la ve como “única” responsable de la educación de niñas y niños.
Las maestras cumplen un rol importante en la educación, ya que trasmiten ideas, socializan conocimientos y se convierten en referentes para niñas y niños que se interrelacionan con ellas.

La realidad actual
La lucha de mujeres organizadas, feministas, ha posibilitado grandes cambios en la sociedad paraguaya, entre ellos, el acceso a la educación, participación política, ingreso al mundo del trabajo.
Sin embargo, a pesar de la fuerte presencia de mujeres como maestras, docentes, no siempre su aporte y rol es valorizado socialmente, ya que se ve como una extensión de su papel tradicional de responsable de los cuidados. Esta ausencia de valorización se podía visibilizar en el hecho de que, si bien eran muchas las mujeres que integraban el Ministerio de Educación y Cultura, de1873 a 2008, solo fueron nombradas tres mujeres al frente de la cartera de Educación.
El bajo salario que recibían por ejercer esta profesión es otro indicador de la baja valoración de la profesión. Después de la caída de la dictadura y como resultado de la lucha gremial, el salario de las y los maestros va mejorando paulatinamente. Este factor genera una modificación en la composición de quienes son maestras y maestros; los hombres van ingresando paulatinamente.
La educación juega un rol significativo para la deconstrucción de los roles tradicionales, del sexismo, así como las discriminaciones contra las personas que tienen otras identidades de géneros y orientaciones sexuales.
Constituye un aporte importante la observación realizada al Estado paraguayo por el Comité DESC de Naciones Unidas, que explicita: “El Comité pide al Estado parte que vele por la igualdad de hombres y mujeres en todas las esferas de la vida, en particular tomando medidas eficaces para luchar contra la discriminación en la educación de las niñas y adolescentes, en el acceso al empleo y las condiciones de trabajo. El Comité recomienda al Estado la adopción de una ley de igualdad de oportunidades entre hombres y mujeres y que vigile que las actividades de la Secretaría de la Mujer tengan un impacto en la vida real de las mujeres”.
Las maestras, como educadoras, deben ser valoradas, pero en la educación también deben involucrarse los hombres; de esa forma, niñas, niños, adolescentes aprenderán que no hay tareas impuestas o límites por razones de sexo o género.