Chokokue, campesinado

Heñóima ko’ãga ñande apytépe mborayhu jekopyty
ha néike jahypýi ñande ry’áipe tahoky ha taipoty.
maymáva paraguáike pehendu ore pyahê, orekuéra chokokue.
aníke ipiru pendehegui chokokue kéra yvoty,
oiméva opoñy penderehe paraguáiete ruguy,
uperõ oikovéne purahéi ava ñe’ê, ha oguéne chokokue y’uhéi.

CHOKOKUE PURAHÉI

Letra: Francisco Alvarenga. Música: Mauricio Cardozo Ocampo

El campesinado
Paraguay siempre fue considerado un país rural. Sin embargo, en las últimas décadas tenemos que de los más de 6.000.000 de habitantes, un poco más de la mitad de la población ya vive en las ciudades.
El modelo económico, de monocultivo de soja, maíz, y la ganadería extensiva, la ausencia de una reforma agraria fue expulsando a las familias campesinas hacia los llamados cinturones de empobrecidos en las ciudades más grandes del país, tales como Asunción, Encarnación y Ciudad del Este.
El chokokue o campesino es una figura asociada al sacrificio, la lucha, la resistencia. Para el chokokue, lo más importante es la tierra, ya que constituye su modo de ser en la vida. Galeano nos cuenta que fue en la época del Dr. Francia cuando el campesinado emergió como clase social con identidad  propia (Galeano, pp. 358,2010), ya que se realizó un proceso de redistribución de la tierra, en el que lo más importante era que la gente trabajase la tierra. En esa época, las familias campesinas trabajaban la tierra para su consumo, y algunas de ellas, comercializaban lo que les sobraba.

También había familias que tenían mayores extensiones de tierra, pero los terratenientes estaban debilitados por la política desarrollada por el Dr. Francia (había confiscado tierras cuyos propietarios no tenían cómo comprobar que les pertenecieran).
Durante la época de los López, según Galeano, “Dos aspectos que merecen destacarse, más allá del mencionado proceso de diferenciación económica, son: por una parte, el progresivo fortalecimiento del campesinado, particularmente del segmento autosuficiente; por otra, el hecho de que el conjunto del sector campesino se constituyó en la clase social más numerosa de la sociedad paraguaya” (Galeano, pp. 360, Historia del Paraguay, 2010). Pero también en esa época se toman medidas para el fortalecimiento de las propiedades ganaderas, a las que se les concedió tierras, préstamos.
No había grandes conflictos en esa época. La situación se modificó después de la Guerra del 70, ya que durante la ocupación no solo aparecen los terratenientes, sino que en el país se instalaron comerciantes, industriales y referentes del capitalismo internacional.
El chokokue tiene cada vez menos tierras y su familia era cada vez más numerosa.
Entre 1870 y 1930, había numerosas familias con pocas tierras y, generalmente, los hombres salían a buscar trabajo en los yerbales o en territorios argentinos, como Formosa, Corrientes o Misiones.
Las mujeres quedaban solas y debían hacerse cargo no solo del cuidado de niñas, niños, de las tareas domésticas, sino también de actividades productivas.
En el año 1903, en la zona de Concepción se desarrolló el primer conflicto de lucha por la tierra, cuando familias campesinas que ocupaban sus tierras fueron amenazadas de desalojo, y que sus tierras habían sido vendidas a pesar de que estaban ocupadas desde hacía décadas.

 

Las Ligas Agrarias Campesinas
Entre los años 1960 y 1980, familias campesinas acompañadas de integrantes de iglesias cristianas conformaron las llamadas Ligas Agrarias Campesinas, que se constituyeron en la organización campesina que inició un proceso comunitario, solidario, basado en la autonomía. Se dio gran relevancia a una educación propia, que se proponía constituir una sociedad justa e igualitaria.
Riquelme, explica que, “si bien el foco de tensión que marcó el inicio de las Ligas fue un conflicto de tierra, estas se organizaron sobre la base de ‘la fraternidad de los primeros cristianos’. Esta modalidad organizacional de carácter solidario y basada en la fraternidad llevó a algunos autores a caracterizarlas como organizaciones o movimientos prepolíticos o milenaristas por el hecho de reivindicar el modo de vida de los primeros cristianos. Sin embargo, las duras condiciones de opresión que imponía la dictadura militar y las restricciones a la libre asociación y expresión, rápidamente dieron un giro hacia propuestas de carácter reivindicativo y más radical. Tanto la redistribución de la tierra como el pago justo por los productos agrícolas pasaron a ser las demandas en torno a las cuales giró la lucha de los liguistas”.
Quienes formaron parte de las Ligas Agrarias Campesinas intentaron otros modos de vida y de relaciones; sin embargo, fueron duramente reprimidos por el gobierno tiránico de Stroessner.
Muchos de sus dirigentes, mujeres, hombres, incluso niñas y niños, fueron torturados, y varios de ellos desaparecieron.

 

La realidad actual
Durante la tiranía stronista, las tierras fueron entregadas a militares, amigos del entorno del tirano. Son las hoy llamadas tierras mal habidas, que se presume son 192.722 lotes, un poco más de 12 millones de hectáreas, entregadas entre los años 1954 a 2003 (Tomo IV del Informe de la Comisión de Verdad y Justicia).
En la actualidad, en el Paraguay hay una gran concentración de tierra en manos de unas pocas personas y, por otro lado, poca tierra en manos de muchas personas. El 85,5% de las tierras de más de 500 hectáreas están en poder del 2,6% de los propietarios. Muchas de estas tierras fueron obtenidas mediante la prebenda y la corrupción, mientras que miles de familias campesinas e indígenas fueron expulsados del campo.
El modelo productivo, agronegocios, ganadería, tiene un fuerte impacto negativo sobre el campesinado, ya que afecta a su salud, su entorno, expulsándolo a una vida en condiciones duras en las ciudades.
Las mujeres campesinas también participan activamente, con dos modalidades; por un lado, integrando organizaciones mixtas y, por el otro, constituyendo organizaciones propias en las cuales se levantan demandas de carácter de clase, pero también relacionadas a las desigualdades entre mujeres y hombres.
El movimiento campesino, en la actualidad, sigue luchando por una reforma agraria integral y por mejores precios para sus productos; en fin, por el mejoramiento de las condiciones de vida de sus familias.
La lucha por la tierra del campesinado también se cobró la vida de varios de ellos. Se presume que al menos 77 campesinos fueron asesinados durante “la transición” iniciada en el año 1989.